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Lionel Sternberger, un joven chef que trabajaba en este restaurante de carretera en los años 20 del siglo pasado, frió una hamburguesa y decidió hacer un truco con ella. En lugar de tirarla, disfrazó su error poniendo una loncha de queso por encima y dejando que se fundiera un poco. La nueva hamburguesa se convirtió en seguida en un éxito entre sus clientes.