Bar/restaurante de barrio, con buena relación calidad-precio. Decorado casi enteramente en madera, cuadros y grabados con un aire que recuerda muy al bar español clásico. El señor que está detrás de la barra (no sé si es el dueño), es un amor de persona y súper amable. Los pinchos de tortilla son su punto fuerte pero, AVISO, si queréis desayunar pediros sólo MEDIO pincho, porque con uno entero comes, meriendas y casi cenas... Son enormes y gordísimos!!! El menú del día está bien, correcto, aunque las veces que he ido ha aprobado justillo... TIP: nunca os pidáis las croquetas Nunca he comido de carta, así que no puedo opinar.